El tiempo...
El tiempo pasa, eso es un hecho inevitable...
Hace unos días estaba
revisando mis archivos en mi pc aquellos materiales que va uno guardando con el
paso del tiempo en algún disco duro y que se vuelven registros del tiempo.
Libros, apuntes, tareas y todo
un arsenal de información que no pierde vigencia, que están ahí para que algún
día vuelvan a ser usados. Para mi sorpresa, descubrí un archivo lleno de
imágenes de hace algunos años, las cuales me evocaron recuerdos tan gratos, tan
llenos de luz y alegría.
Fui revisando una a una esas
imágenes, gozando de esos instantes que se registran con un click de una cámara
y que poseen tanta energía positiva que trasciende el tiempo.
Imágenes de mi familia, de mis
amistades, de mi trabajo, de mis viajes y de una que otra locura que se
ocurriera en esos momentos. Pasé una tarde maravillosa observando las imágenes
de cada una de las personas involucradas, sus gestos, sus poses, su atuendo,
los lugares, las fechas, etc. Me reí por un buen rato.
En cierto momento, recordé un
pasaje de mi infancia en el que nos reuníamos en familia, mis padres, mis hermanos
y nuestro perro Joe…solíamos ir de paseo a la playa y mi madre como siempre nos
llevaba ensalada con pollo…mmm…qué tiempos aquellos.
Reflexioné sobre el efecto que
producía en mí, en esos momentos de mi infancia, la sensación de pertenencia
con mi familia. Las fotos antiguas que digitalice para guardar un instante de
un pasado para volverlo mágico en el presente.
Es cierto, tal vez haya cosas
en el pasado que no queremos recordar, pues nos duele o nos atormenta al
recordarles, pero también es cierto que por más cosas dolorosas que existan,
las cosas buenas, las que nos dan pertenencia a nuestra familia, nuestros
principios y valores, son más y mejores.