Al Minero...
Sudor mezclado con la tierra.
Ése es el salario más seguro que cobra.
Días de incertidumbres y esperas.
Es la herencia que a sus hijos dejará.
Le roba a la tierra sus tesoros,
otros de eso se enriquecerán.
¿Es justo, se pregunta cada día, esta vida tan dura?
¡Yo quiero, algo mejor para mis hijos!
¿Quién me puede a esto contestar?
El sonido de las vagonetas,
el pico hiriendo a la tierra,
el sabor a polvo en la garganta,
es la única respuesta.
Y no tiene derecho a reclamar.
La espera es para él, y su familia, lo cotidiano,
¡lo único que sus manos llevarán!
Las lágrimas de rabia e impotencia,
que a diario la tierra empapa.
Sólo Dios sabe de esa angustia, del miedo,
de quedar en las entrañas de la tierra.
Dios escucha tu oración, minero.
Él sabe de tu vida, de tus anhelos.
Y promete un juicio justo.
Es el único que puede
la injusticia de la tierra quitar.